¿Y si el que tiene que cambiar… eres tú?

A veces no es el jugador, el hijo o el alumno el que se estanca. A veces eres tú el que necesita mirar diferente. En este post, Jorge habla de una verdad incómoda: la mejora también empieza por el entorno.

Cuidado: pueden pensar lo mismo de ti

Ojo.
 Cuidado.
 Be careful.

Alguna vez se te pasa por la cabeza.
 Y no lo dices.
 Pero lo piensas:

“¿Y si mi hijo no mejora nunca?”
 “¿Y si este jugador no da más de sí?”
 “¿Y si estoy entrenando a alguien… que no tiene lo que hay que tener?”

¿Te suena?
 No pasa nada.
 Es normal.

La exigencia y el amor no siempre se llevan bien.

Y si eres entrenador…
 a veces sientes que no puedes hacer más.
Que ya lo diste todo.
Y no llega.

Pero lo que no sabes es que…
 hay alguien que piensa lo mismo sobre ti.

“¿Y si este entrenador ya no tiene más que darme?”
 “¿Y si mis padres ya no confían en mí?”
 “¿Y si nunca voy a estar a la altura?”

Por eso lo que se entrena…
 no es solo el revés.
 Es la perspectiva.

El jugador que mejora no es el que tiene más talento.
 Es el que se siente sostenido.

Y si un día deja de creer…
 tu voz puede ser la que le devuelva el foco.
 O la que lo termine de apagar.

Así que cambia la pregunta.

No digas:

“¿Y si no mejora nunca?”

Di:

“¿Y si el que cambia… soy yo?”

Porque a veces,
 no se trata de enseñar más.
Sino de mirar diferente.

Seguimos, Férrikos.
 — Jorge