Si no te hablo… preocúpate.

Jorge Cárdenas reflexiona sobre lo que realmente significa el silencio de un entrenador. No siempre es tranquilidad. A veces, es la señal más clara.

Si no te hablo… preocúpate.

Lee.

Hay jugadores que se asustan cuando les hablo mucho.
 Y otros que se confían cuando no les digo nada.

Y ambos… están equivocados.

Yo tengo una regla personal:
 Si no te hablo, preocúpate.

Porque si te corrijo, si te empujo, si te exijo…
 es porque veo algo.
 Porque me importas.
 Porque creo que puedes dar más.

Cuando dejo de hablarte…
 es que algo no me cuadra.
 Algo se ha roto.

OJO. CUIDADO. CURVAS.

No soy entrenador de palabras vacías.
 Ni de charlas para rellenar.
 (Aunque un poco “chapas” sí que soy.)

Hablo porque la comunicación lo es todo.
 Y cuando me callo, no es casualidad.

A veces el silencio es el grito más fuerte.

No te hablo porque no sepa qué decir.
 Te hablo cuando veo que lo necesitas.

Dicen que la vida no te da lo que mereces,
 sino lo que necesitas.

(Esa frase se me grabó a fuego.)

Soy una persona ultra-mega positiva.
 Y esa frase, cuando me polarizo un poco, me la repito.

Funciona.

Bueno, volviendo al tema.

Si no te hablo…
 es porque estás en piloto automático.
 O porque ya no hay conexión.

Y ahí es donde se pierde todo.

Uso varias técnicas para volver a captar la atención.
 La atención.
Qué palabra.
Qué concepto.

Ya os diré cuáles.
 O no.
 O sí.
 ¿Quién sabe?

He entrenado a jugadores que se molestaban porque les exigía.
 Y luego me pedían que volviera a ser “como antes”.

Pero es que antes tú también eras otro.

Más implicado.
 Más hambriento.
 Más dentro.

Así que si algún día entrenas conmigo y notas que no te digo nada…
 no lo confundas con tranquilidad.

Preocúpate.

Porque el silencio no siempre es descanso.
 A veces, es despedida.
 O reconciliación.

De mí no depende.

Seguimos.

— Jorge